domingo, 13 de febrero de 2011

Jardín prohibido

  No hago más que caminar entre maleza sin hallar más que flores ya esclavas.
Esclavas de una ambición que prohibe compartir su belleza con el resto,
capaz de enfriar el más gélido de los hielos y calentar las más cálidas lavas. 
¿Dónde hallé la última flor sin dueño? aquella capaz de conquistar al más apuesto.
No recuerdo tal flor, capaz de mantenerse libre en este jardín prohibido.
Quizá recuerde algo... sí, aquel hipnotizante olor, pero no su nombre sin dueño...